domingo, 25 de noviembre de 2007

No me queda vida

Desde que estoy en Alcances me llegan bastantes mails inverosímiles. No me refiero a Spams, que de esos todos tenemos, sino anuncios o promociones culturales. Se ve que mi dirección electrónica, repartida en bastantes tarjetas de visita, circula luego por ahí y acaba en editoriales y productoras de diverso pelaje. Algún día alguien debería estudiar este fenómeno, el de la distribución de direcciones, como si fuese la extensión de un virus. Así, me han llegado anuncios de publicaciones de libros, de rodajes, presentaciones de películas, etc. Pero nada comparable a lo que entró en mi correo la semana pasada y que quiero compartir con ustedes.




Manu Menéndez presenta su nuevo single No me queda vida. Tenemos el gusto de ofrecerte escuchar, y utilizar en tus programaciones si así lo consideras oportuno, este tema lleno de frescura y energía. Para descargarte la canción en un archivo Windows Media Audio, pulsa o copia en tu navegador el siguiente enlace:
http://www.iberiaproducciones.es/promociones/manumenendez/nomequedavida/audio.wma

Confieso que no me han quedado ganas de pinchar el enlace y escuchar a este presumble epígono de Joselito. Eso se lo dejo al Professor Franz, experto en bucear en los abismos musicales. A ver si un día me mandan invitaciones para la Orquesta Barroca de Sevilla o similar.

domingo, 4 de noviembre de 2007

El paraíso de Hafner


Mi historia con El paraíso de Hafner empezó una noche del pasado abril, cuando me hablaron de ella. Me tope casualmente con mi amigo el Supermontador en el barrio del Pópulo. Sabía que estaba por aquí con su esposa, la señora Ola, pero no habíamos quedado aún. El destino, que en las ciudades pequeñas es más efectivo que en las grandes, hizo que nos encontráramos. Supermontador me habló de una película que estaba puliendo en la sala de montaje hecha por un austriaco amigo suyo residente desde hace unas dos décadas en España. Había conseguido hablar con un octogenario miembro de las SS hitlerianas que tras el Gotterdämerung nazi se había refugiado en nuestro país. Günter, que así se llama el director, llevaba tiempo intentando hacer un documental sobre el exilio nazi en España, pero era difícil. Sesenta años después no quedaba mucha gente y los supervivientes, por motivos obvios, no tenían mucho interés en remover el asunto. Pero se topó con Paul Hafner, un austriaco como él que se mostró dispuesto a colocarse ante una cámara. Hafner había sido Obersturmführer de las SS y estuvo destinado como guardián en Dachau, una de las sangrientas perlas del universo concentrancionario de Hitler. El domingo pasado Günter publicó en el suplemento de El País su experiencia con Hafner. Los interesados pueden consultarlo aquí.

Supermontador, todo hay que decirlo, estaba algo bebido esa noche e insistió excesivamente en las virtudes de la película con vistas a que participase en mi festival, pero no era necesario. La mente estratégica de Monsieur Jacobine empezó a ver las ventajas de colocar una película inédita a concurso sobre un tema como el de los nazis en España. Un buen espaldarazo para la nueva etapa del festival, si todo salía bien. Tras esa noche algo regada de copas, el siguiente paso de El paraíso de Hafner fue en Madrid. Pocas semanas después de encuentro del Pópulo fui a la Villa y Corte como invitado del Documenta Madrid, y aproveché para cerrar el negocio. El Supermontador y la señora Ola, además de las habituales y excesivas atenciones que tienen para conmigo en mis traslados a la capital, me concertaron una entrevista con Günter. Es una persona cuyo aspecto sin duda le ayudó a infiltrarse en los círculos ultras que salen en su película. Alto, calvo y vestido de cuero. Pero tras su algo imponente aspecto se ocultaba una persona simpática y bastante versada en el tema del nazismo y del Holocausto. No por afinidad, sino por todo lo contrario. Su experiencia con Hafner le había llevado a leer bastante sobre ello. Como da la casualidad de que Monsieur Jacobine también ha leído sobre lo mismo, la conversación tuvo un cierto nivel historicista. Lo importante, empero, es que me pasaron un DVD de El paraíso de Hafner. Lamenté no haberme llevado a Madrid el portátil para poder verlo ese mismo día. Sin embargo, a mi vuelta tarde unos días en verla. Quería darle el tiempo adecuado. Lo conseguí un sábado por la noche.

La copia era provisional. Estaba mal etalonada y tenía problemas de sonido, pero bastaba para darse cuenta de su calidad. No la destriparé. Hafner es hábil, asume lo que tiene que asumir, pero nunca reconociendo nada delictivo. Pero el film va mucho más allá. De hecho, los que se acerquen a él buscando algo definitivo sobre el nazismo pueden verse defraudados. Más bien, El paraíso de Hafner es sobre el paso del tiempo y la decadencia. El antiguo SS es un exhibicionista que no tiene reparo en salir desnudo, mostrando un cuerpo que sigue a pesar de la edad en los cánones de la perfección aria. Sin embargo, está patéticamente solo, moviéndose en el tenebroso mundo de los ultras españoles. Pero no de los más agresivos Skins, sino en los vejestorios de Fuerza Nueva, ya una pacífica camada que vive de nostalgias (aunque Hafner tiene en su casa una inquietante foto de Esperanza Aguirre). No obstante, sigue fiel a las ideas de su juventud. Eso no cambia con la edad.

El problema de esta elegante, distante, pero inquisitiva cinta estaba en una secuencia que era la cumbre de El paraíso de Hafner: el encuentro del antiguo carcelero de Dachau con uno de sus prisioneros, Hans Landauer, brigadista internacional en nuestra guerra civil. Supermontador ya me había soplado que no le convencía y me pidió bajo cuerda que opinase. Ciertamente, rompía el tono de la película. No les aburriré con detalles técnicos, pero tal como estaba bajaba mucho la magnífica sensación que dejaba el visionado hasta entonces. Al día siguiente llamé a Supermontador y le comenté mis impresiones en una larga conversación. Tal vez el argumento definitivo era que a la hora de ser valorada por un jurado, esta secuencia podía dañar mucho. Me dijo que hablaría con Günter. Pocas semanas después me mandaron la copia definitiva. Además de las mejoras técnicas, Supermontador había hecho un magnífico trabajo con la secuencia de marras. A fines de junio se cerró la selección del concurso de Alcances y El paraíso de Hafner pasó sin problemas. Yo estaba feliz. Tenía un crack que daría un empujoncito al Festival y al que sin duda el jurado caería rendido. A los que dan premios también les gusta decir “yo descubrí y voté esa película en Gades”. Vanitas vanitatis.

Pero mi gozo de programador acabó en un pozo. Pocos días después Günter me llamaba desde Viena. El director del Festival de Valladolid había visto la película y la quería para octubre. Lo malo es que ellos exigen a su concurso que sea inédito en España, con lo que no había más remedio que retirar la película de Gades. Legalmente podía hacerlo, pero para que engañarles, mi sensación fue una mezcla de cabreo y depresión. Mi crack se me escapaba en las narices y Alcances de alguna manera quedaba humillado. Lancé una airada llamada a Supermontador, de la que me arrepiento. Me acuso de no haber tenido la necesaria frialdad de contar hasta diez y no valorar políticamente el hecho en vez de emocionalmente. Los que ocupamos ciertos cargos debemos guiarnos por criterios más maquiavélicos que los pálpitos del corazón.

Pero lo más curioso es que hubo en mi una lucha entre el programador burlado y el cinéfilo. El primero estaba dolido, pero el segundo sabía que la película es muy buena y podía ser un éxito en su circuito, así que en el fondo deseaba su triunfo. Al final esta es la tesis que se impuso en mi escindido interior. Pasado el cabreo, acepté la pérdida, que como dicen los psicólogos es muestra de madurez y me dediqué a los otros problemas que generaba la organización del Festival. De hecho, sirvió de pequeña lección de humildad porqué te das cuenta que aún hay que pulir muchas cosas en Alcances antes de que la gente prefiera mandar sus obras aquí antes que a Valladolid. Así que seguí la exitosa carrera del film. En agosto se presentó en el Festival de Locarno. No ganó nada, pero su paso por allí llamó la atención. La prensa española le dedicó espacio. Ayer ganó el primer premio de documentales en Valladolid, lo que la ha lanzado definitivamente en España. En fin, que les felicito a todos porqué se lo merecen. Ya saben. Si tienen ocasión no se la pierdan.

No he vuelto a hablar con Günter desde que me comunicó su retirada de Alcances, pero lo llamaré en estos días para felicitarlo. De paso le diré que tengo intención de ir el próximo día 16 a la presentación de la película en Madrid. Como verán este post ha quedado un poco exhibicionista como Paul Hafner. Igual es que tantos meses con ella en la cabeza se están convirtiendo en una obsesión y tenga la insana idea de que de alguna injusta forma yo formo parte de toda esta historia. Me despido con un trailer hecho, como no, por Supermontador aquí.