domingo, 2 de diciembre de 2007

Notas catalanas


Hace dos semanas, por motivos de sus responsabilidades alcanceras, Monsieur Jacobine fue varios días al festival L’Alternativa, de Barcelona. Me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones de lo acontecido allí.

1 – Barcelona. Es de las grandes ciudades que conozco la que menos pinta tiene de ello. El tema nacionalista (luego ampliaré esto) le evita el ser una urbe sin referencias, como puede ser Madrid, y parece que hay un proyecto entre sus habitantes más allá de vivir día a día. En pocas conviven tan armoniosamente el gótico, el popularismo de la Barceloneta y el gran Barcelona del Paseo de Gracia. Puede ser cosa mía, pero la gente va por allí con menos prisa que otras megalópolis y disfrutando más de su entorno.

2 – Infraestructuras culturales. Alguien me dijo una vez que un artista catalán puede vivir en su comunidad bastante bien, dados los circuitos que tienen de distribución. Lo he comprobado en este viaje. Los centros culturales se suceden sin solución de continuidad y muy bien dotados. Algo que deberíamos aprender en otros sitios, donde las redes son débiles y los creadores tienen que cruzar Despeñaperros para salir adelante.

3 – Comida. Los catalanes son muy sanos. Frecuentemente, en los menús de los bares te dan a elegir de primero entre verdura y verdura. En un sitio ponían de segundo paella.

4 – Gaudí. Aproveché para ir de una vez por todas a la Casa Batlló. Estando allí me di cuenta de la ventaja de la Arquitectura frente a las otras artes. Literalmente rodeado por el talento de Gaudí, tienes la sensación de estar dentro de la cabeza de un genio como no se tiene leyendo un libro o escuchando una sinfonía.

5 – Nacionalismo. Al llegar al hotel me acompañó un chico de la organización, tipo majísimo por cierto, que empezó a hablar en catalán con el señor de la recepción. A los pocos segundos, un chip profesional debió dispararse en la mente del hotelero que preguntó (eso sí, en la lengua de Maragall) si yo parlaba catalá. “No, este es gaditano”, replicó mi chófer”. “Si, soy del profundo Sur”, suspiré resignado.

El festival había recibido una subvención de la Generalitat por subtitular parte de su programación exclusivamente en catalán. Así que hube de tragarme pelis en inglés o italiano sin ningún apoyo castellano. Eso sí, he aprendido algo de la consonántica lengua de Espríu. Como me dijo mi amiga catalana, tiene demasiadas consonantes y muy marcadas como para resultar atractiva para un andaluz (la lengua, no mi amiga). Claro que hubo cosas peores. Una amiga mía periodista radiofónica madrileña se tuvo que cenar un documental en armenio subtitulado al catalán. “¿Aprendiste catalán?”, le pregunté por teléfono. “No, aprendí armenio”.

Los invitados del festival comíamos en el reservado de un restaurante, en plan boda. El menú consistía en dos primeros y dos segundos a elegir. Eso si, estaba escrito en catalán. El primer día me encontré con un “cuixa de xai”. Le pregunté al chico que tomaba nota, de unos 20 años, que era eso, y empezó a hacer aspavientos. “Cordero, cordero”, musitaba. “Sí”, insistía yo, “¿pero que es cuixa”. El camarero seguía dando manotazos sin responder. Llegué a la conclusión de que era más bien fronterizo. Al día siguiente volvía a atenderme el mismo. Inquirí el significado de esqueixada. Tampoco supo responderme. Entonces me di cuenta de que el chico no era tonto, sino que no sabía expresarse en castellano. Tal vez un producto de años de educación catalanista.

Igual el problema es viajar o no viajar. Mi amiga catalana a la que ya he hecho referencia se mueve mucho por España (o estado español, como prefieran) y siempre que estaba yo presente en algún grupo hablaba en castellano, aunque se dirigiesen a ella en catalán. Tal vez el chico del restaurante no había salido del terruño en su breve vida. Pero resulta curioso imaginárselo en Londres hablando un decente inglés preguntando como se llega a Picadilly Circus y absolutamente perdido en Madrid buscando La Cibeles farfullando un pobre castellano.

Y tal vez por ese afán se pierden algunos juegos de palabras curiosos. Por ejemplo, coger o éagarrar se dice en catalán “agafar”. Coment lo curioso que resulta agafar un billete de lotería. Algunos se rieron, otros pusieron cara de circunstancias.

Todo esto sacó el lado más coñón de Monsieur Jacobine. En la cola de uno de los cines para ver una peli del festival la puerta de acceso seguía cerrada. Un joven me preguntó en catalán. Escuché las palabras “porta” y “tancat”. Me hice el tonto y con la cabeza hice gesto de no entenderlo. Repitió la consulta dos veces más. “Ah, si, esta cerrao”. Exageré mi acento andaluz aposta.

6 - Cercanías. Hay cultura del transporte público en Barcelona. Estando allí reabrieron una de las líneas de cercanías que han estado descolocadas y las televisiones y la prensa le dieron un tratamiento como si fuese el desembarco de Normandía.

7 – La tienda Friki. Por la zona de Arco de Triunfo (o Arc de Trionf) hay tres tiendas llamadas Freaks. Una es de coleccionismo cinematográfico, otra de cómics y la tercera tiene un surtido impresionante de dvds de importación. Principalmente, haciendo honor al nombre, son de géneros tipo fantástico, erótico, de terror japonés, cine de acción de Hong Kong, etc. Pero tiene una cuidada sección de cine de autor. Les aseguró que es para pasarse horas allí.

Y nada más. Sólo decir que “cuixa de xai” es muslo de cordero y que la esqueixada es un clásico de la gastronomía catalana. Los que quieran más información sobre ella que pinchen aquí.

5 comentarios:

Academia de Ociosos dijo...

No entiendo eso de que el sonido del catalán no le guste a un andaluz (dejando a un lado los prejuicios, y contando por supuesto con que el gusto es algo respetable y propio). A mí me gusta. Escuche usted a Raimon cantanto a Auxias March, o a Serrat cantando lo que le dé la gana cantar, por si acaso.

Y lamento que usted no se sienta en la cabeza de un genio ante una novela o una sinfonía, se pierde mucho.

Y me callo ya, que parezco pitufo gruñón, leñe. :D

Abrazos y gracias por la crónica.

El Mentor o Ilustrador Popular dijo...

La Pensadora me quiere llevar a la Cataluña profunda en unos días a buscar las huellas de Pla. Esperemos que alguna se haya conservado en el barro o haremos el viaje en balde. Eso sí, me han dicho que por allí se come bien, ya les contaré.

Monsieur Jacobine dijo...

Solo a la Pensadora se le puede ocurrir ir a Catalonia a buscar los restos de un escritor españolista como Pla en estos tiempos de furibundo nacionalismo.

Y amigo Academia, me refería con lo de la cabeza del genio a algo "físico" y no "estético". Quería decir que al estar literalmente y tangiblemente rodeado del talento de Gaudí (o de cualquier arquitecto genial)por paredes, azulejos, ventanales y demás, se produce un efecto que no se produce leyendo o escuchando, al ser una relación artista-receptor más lineal. Que no quiere decir por supuesto que no comprendamos al compositor o al escritor.

y sintiéndolo mucho, ciertamente la sonoridad del catalán no es de mis favoritas. Es preferible la más relajada del valenciano, algo así como el portugués y su variante brasileira. Y ya debería saber a estas alturas que los cantautores, sean en catalán o en castellano, tampoco me entusiasman.

Anónimo dijo...

Hola de nuevo, Monsieur. Enterado del nuevo blog y agradecido por las crónicas de sus viajes. Yo también estuve en la casa Batlló... y me sorprendió, sobre todo, el precio. Soltar casi tres mil pelas por eso me pareció excesivo. En fin, tópicos cataláunicos.

Abrazotes.

Academia de Ociosos dijo...

Oiga, pues sí, Monsieur, tiene razón, no lo había entendido así. Y es cierto que el valenciano es más suave, menos nasal, pero para mí tiene menos referentes "afectivos" a pesar del tiempo que anduve por allá, ya se sabe que en estas cosas funcionamos muy pavlovianamente.