martes, 16 de octubre de 2007

La crueldad de Peter Pan


Hace cuatro años, Juan Antonio Bayona estuvo por Alcances. No lo conocí personalmente – en esa época no estaba tan implicado en la historia- pero el cortometraje que presentaba, El hombre esponja, era estupendo. De hecho ganó el Premio del Público. Era una obra de excelente factura que debía mucho a Spielberg en su ejecución. El corto era una historia triste que estaba contada desde el punto de vista de un niño al que se le escapaban muchas cosas del mundo de los adultos que los maleados espectadores comprendían a la perfección. Uno anotó el nombre de Juan Antonio Bayona como un director a tener en cuenta.

Pero no les voy a engañar a ustedes, fiel público jacobino que me sigue en mis saltos de blog. Cualquiera que vea cortos anota el nombre de muchas promesas que luego se pierden como lágrimas en la lluvia y cuatro años después me tope de nuevo con el nombre de Juan Antonio Bayona, que debutaba en el largometraje con el patrocinio de Guillermo del Toro, ni mas ni menos. Ya no lo recordaba como el director del magnífico El hombre esponja. Sería fácil para mi tirarme el moco y decir que en este tiempo había conservado su memoria como una promesa que algún día estallaría y convertirme en esa tentación de los críticos de ser un profeta de nuevos talentos. Pero sí es cierto que al leer sobre su proyecto y ver su filmografía mi memoria activó el grato recuerdo de su corto y me hizo interesarme por su película que parecía ir sobre ruedas. Buena producción, quince minutos de aplausos en Cannes donde se presentó fuera de concurso, elegida para representar a los Oscars sin haber sido estrenada, y gran acogida en Sitges.

Otras contingencias, empero, la hacían sospechosa. Una poderosa televisión estaba detrás montando una exhaustiva campaña publicitaria y existía la necesidad en este climáticamente cambiado otoño de que una película española fuese un crack crítico y de taquilla, para salvar un año que ni los más acérrimos paladines de nuestro cine podían defender. Eso puede crear increíbles estados de alucinación colectiva. Además, los detalles que se filtraban de su trama recordaban demasiado a otros clásicos del terror. Como suele suceder, la mejor forma de resolver dudas era viendo El orfanato. Y eso es lo que hice ayer por la tarde.

El orfanato es de estas películas que son más “hábiles”que “buenas”. Se nota que Bayona y Sergio Sánchez, el guionista (de hecho él es el impulsor del proyecto. Escribió un guión para un cortometraje donde de una forma algo edípica recordaba el miedo que le daba a su madre con los amigos que se inventaba de niño. El libreto dormía en un cajón hasta que fue seleccionado para el laboratorio de guiones de Sundance. Sánchez lo convirtió en un largo y convenció a su amigo Bayona para dirigirlo. Luego cayó en manos de Del Toro y la cosa se disparó. Desde luego hay proyectos que nacen con estrella) son aplicados espectadores de cine. Hay bastantes referencias a películas del género: El resplandor con la aparición de críos al final de pasillos. El sexto sentido con esos planos sutiles donde parece que alguien espía a los protagonistas. Al terror gótico con los seres deformados ocultos de la vista del público y las arquitecturas tramposas. Lo peor, empero, es el look Los otros que hace que no seamos capaces de quitarnos la película de Amenábar en todo el visionado de El orfanato. Hay un par de detalles que se tienen que apuntar además al debe del film. La interpretación de Belén Rueda, que a pesar de su esfuerzo recurre más de la cuenta a ticks de repertorio y una trama secundaria fallida con una concesión gratuita al gore que no venía a cuento y rompe el tono de la trama.

Pero lo anterior no debe hacer creer que El orfanato es un film desdeñable, aunque lo aleja de la obra maestra que algunos pretenden. Como buenos alumnos aplicados, Sánchez y Bayona saben que un refrito no es válido si carece de una salsa propia que le de un sabor inconfundible. En esto el director imita a su confeso maestro, Spielberg, no en vano ponía películas suyas al equipo durante el rodaje de El orfanato. Además de usar con prodigalidad uno de los recursos favoritos de el padre de E.T.,como son esos planos acercándose a los personajes que acaban en un contrapicado del rostro. Así que el dúo saca sus cartas al final y nos demuestran que nos han contado una romántica –en el sentido decimonónico- historia de amores entre el mundo de los muertos y los vivos que acaba siendo una versión cruel de Peter Pan, con niños perdidos que secuestran otros niños y una Wendy que aceptará de aquella manera su condición. Y todo ello sin darnos cuenta hasta el desenlace. Uno apostaría que este aspecto fue el que enganchó al genio de Guillermo del Toro, pues coincide con lo que hizo en El laberinto del fauno al invertir los cuentos de hadas de forma sombría.

Visto lo visto, El orfanato está cumpliendo sus objetivos. Salvo alguna tibia excepción, la crítica se está volcando y la taquilla ha respondido. No he visto cifras, pero he hablado con alguno de los gerentes de las salas que frecuento y me han hablado de un fin de semana con sesiones, incluidas las de las cuatro, llenas hasta la bandera. Debemos prepararnos para que Bayona triunfe donde Almodóvar fracasó este año en Hollywood. Ah, ya hay prevista versión Made in Usa. Lo que decía, chicos listos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De modo que parece que Usted recomienda (implícitamente) la película. Iré a verla.

Lo que me chincha mucho es eso de las versiones para yankees (como en Abre los Ojos o Nikita). Al vino de Jerez que se exporta para allá pareceque también se le añade azúcar (que alguien me corrija si me equivoco).

¿Alguna sugerencia para el FIT?